Al final se ha logrado lo único que podía esperarse: un documento difícil de encontrar[1] (después de mucho bucear: aquí), bastante retorico, con promesas y pocas medidas, y con un lenguaje al estilo constitucional, es decir, diciendo cosas que dejan felices tanto a libre mercadistas acérrimos como keynesianos. Lo que interesa, dice el documento, es estabilizar el sistema financiero, como si esta necesidad no hubiese estado presente desde siempre. Sobre cómo hacerlo o, más bien, cómo decidir hacerlo, poco se dice.
El sueño del capitalismo regulado, que le ha hecho ganar a Sarkozy el calificativo de ser un socialista salido del closet (ver aquí), parece ir perdiéndose luego de meses de euforia keynesiana.
Pero bueno, la cumbre no fue una pérdida de tiempo. Las declaraciones de intenciones también son importantes y, como todos, aquí estaremos esperando que muchas de ellas se hagan realidad.
[1] Curioso, cuando el mismo documento hace una alegoría de la transparencia y el accountability.
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